ALTA LITERATURA EN EL VALSE CRIOLLO
Por Manuel Acosta Ojeda.
A principios del año 1997, en el número 5 de la revista Cuadernos de Música, creación heroica de Luis Justo Caballero, se publica un artículo de don Víctor Hugo Velásquez Cabrera, “Serenata criolla de Shakespeare”.
La bohemia de Lima cuenta, entonces, entre sus cofrades tanto al vate lacrimoso como al pensador sereno. Al lado del pintoresco bufón aparece el enamorado cantor. Hay serenatas por doquier. Junto al gusto ramplón se siente el aroma exquisito del buen vino: Se traduce a Virgilio, pero también a Byron. Se parafrasea a Dante, pero también a Shakespeare.
Arnaldo Márquez (1832-1903) es uno de estos elegidos de las musas: limeño, pensador, inventor, poeta y excelente traductor (...). De pronto, ante el apuro de la improvisación, aparecen Romeo y Julieta en plena serenata:
-Anuncia la alondra la mañana,
es la hora de partir mi dulce amor.
-No es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.
Toda la noche en la granada
con su canto nos viene a arrullar.
–Canta la alondra, mi bien amada,
la luz de la mañana va a rayar.*
Está suposición nos hizo ahondar en el tema. Nadie dudaba de que el autor de la letra fuera don Pedro Bocanegra, pero ya habían dudas sobre la música, pues Aurelio Collantes en su libro Documental de la Canción Criolla –1972–, refiriéndose al músico Justo Arredondo decía: ...y es posible que sea autor de la música del “Canto de Luis Pardo”, “La Alondra” y “La bóveda azulada” atribuidas estas dos últimas al trovero chiclayano Pedro Bocanegra...
Con el tiempo, nos encontramos con el poemario Flores del Alma de Juan de Dios Peza (México, 1852-1910), quien en su poema “La Alondra” reza:
¡Adiós! La alondra anuncia la mañana;
Es preciso partir; adiós mi amor...
– No es la alondra... La aurora está lejana;
Es el dulce cantar del ruiseñor.
Todas las noches sobre aquel gramado,
Me viene con sus trinos a arrullar...
– Canta la alondra ya, mi bien amado:
La luz de la mañana va a brillar.
Si me sorprende aquí... – Calla... – La muerte
En oscura prisión encontraré;
Para en mi entierro afán de obedecerte,
Que canta el ruiseñor, exclamaré.
Y aquella faja gris que sobre el cielo
Comienza entre las sombras a lucir,
Diré que es de la noche el denso velo;
Que es sombra el sol... – ¡No puedo resistir!
La alondra es la que canta; siempre odiosa
Ha sido para mí; me causa horror;
Sus ojos de mirada recelosa
Cambian, cual los del sapo, de color.
Escucha... Anuncia al sol, cantando ufana;
Prisión y muerte encontrarás aquí...
¡Aborrezco la luz de la mañana,
Porque me viene a separar de ti!
– Te obedezco, y me voy... ¡ya nace el día!
¡Ay¡ ¿cuándo juntos nos verá a los dos?
– un beso, dame un beso amada mía...
– y en ese beso el alma... – ¡Adiós!, ¡Adiós!
Indudable que nace primero como versos románticos de cortejo en cuartetas y hasta con sabor de serenata. Posiblemente se convierte en valse en una de las famosas Veladas Literarias ocurridas en Lima entre los años 1876–1877, donde asistían personajes como Abelardo Gamarra, Mercedes Cabello de Carbonera, Ricardo Palma, Arnaldo Márquez, José Alvarado; noches llenas de poesía, prosa y cantos populares por lo que no es aventurado pensar la asistencia de Arredondo a estas reuniones, conociendo su amistad con Gamarra.
La adjudicación a Pedro Bocanegra, se debe en gran medida a que él la cantaba en el Barrio de Monserrate, como serenata. Y así se repitió hasta la fecha.
Definitivamente esta es la mejor muestra que se tiene de una “Obra derivada”, es posible que Arnaldo Márquez recitara parte de los versos de Juan de Dios Peza, quien se basa en Romeo y Julieta de Shakespeare y este en la obra Piramo y Thisbe de Mateo Bandello.
Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano.
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