martes, 22 de noviembre de 2011

AUGUSTO SOBERANO




Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano - Año 2010


25 AÑOS CELEBRANDO TU CANTO PRESENTE


Por Manuel Acosta Ojeda.

De los conocedores de nuestra verdadera canción tradicional limeña, nadie pone en duda la alta calidad de don Augusto Ascues Villanueva, sobre todo en el hoy llamado canto de jarana, por referirse a la marinera limeña. El único cantor de este género que no fue derrotado por Augusto es don Manuel Quintana Olivares, "El Canario Negro", nacido en 1882.

La importancia de nuestro personaje reside en que es el único de los grandes cantores nacidos antes de 1900, que ha dejado testimonio sonoro entre valses, habaneras, amor fino, jarana de contrapunto y resbalosas. Lamentablemente, no grabó los huainos y yaravíes que tanto cultivara, razón por la que lo denominaban "El negro serrano". Sus crónicas en el diario La República datan de los primeros años de la década de 1980, con valiosa información, de la que fue testigo presencial.

En la plaza Las Cabezas, a media cuadra del hoy puente Santa Rosa, en el distrito del Rímac, de la unión de don Jorge Ascues y de Nicolasa Villanueva nació Augusto, un 7 de octubre de 1892. Como reza su certificado de bautizo, emitido por la parroquia de San Lázaro –cuadra 1 de la avenida Francisco Pizarro, Rímac–, sus padrinos fueron Guillermo Beunza y Margarita Pérez, un 3 de abril de 1893.

Su infancia transcurre escuchando a los incomparables cantores del grupo Los 12 pares de Francia, entre los cuales destacaban sus tíos Mateo Sancho Dávila y Clara Boceta –única mujer–, en el barrio de Malambo, donde se había mudado su familia. Su cerebro de niño codifica toda esa información y si a esto le agregamos que en su adolescencia tiene el privilegion de escuchar las canciones de los labios de los propios creadores, tales como: Alejandro Sáez León, Nicanor Casas Aguayo, Braulio Sancho Dávila, Guillermo Suárez Mandujano, entre otros, podemos entender el inmenso caudal de conocimientos de nuestra tradicional musical limeña. Sumemos a esto la hermosa calidad del timbre de su voz, que muchos han calificado como la mejor, por su registro de tenor lírico.

Su privilegiada memoria lo hizo centro de consulta de los jóvenes aficionados a la investigación; podía hablar o cantar sin hacerse de rogar y sin aburrir a nadie.

Solo sus más allegados amigos se permitían bromearle con el apodo de "cabeza'e comba", "chapa" que no era por la forma de su cráneo, sino por como la usaba en una riña.

Su entrega y sinceridad no fueron recompensadas. En su lecho de enfermo vimos muy pocas personas. En nombre de lo que hemos aprendido de él, su repertorio y su dignidad, queremos agradecer a don Augusto Porth, quien lo tuvo rodeado de amistad y de cariño en sus peores momentos.

Alicia Maguiña hace en su honor la marinera limeña "Augusto, dueño del santo" para su cumpleaños de 1975. El "Señor de la Jarana" fallece el 17 de agosto de 1985, y es cuando Alicia le hace la resbalosa.

"Augusto dueño del santo" 
Marinera, marinera
traigo para regalarte
Es lo más grande que tengo
que otra cosa puedo darte.

Cosa que no se compra
Ni que se vende
De mi pecho se desprende
Lo que yo canto.

Es para Augusto
dueño del santo.
Muchos años,
celebremos tu cumpleaños.

Augusto Ascues dueño del santo
Hoy te he venido a felicitar
Hoy día 7 de octubre fiel a tu puerta mi amistad
Media mampara muda y cerrada
Me ha recordado que ya no estás
7 de octubre te venido a saludar
He venido a festejar.

Rompa filas, sentimientos
Salgan todos a cantar
Cabeza'e comba, serenata te voy a dar
Dónde has ido a celebrar.


Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano.

sábado, 19 de noviembre de 2011

EL VIAJE DE UNA ALONDRA




ALTA LITERATURA EN EL VALSE CRIOLLO

Por Manuel Acosta Ojeda.

A principios del año 1997, en el número 5 de la revista Cuadernos de Música, creación heroica de Luis Justo Caballero, se publica un artículo de don Víctor Hugo Velásquez Cabrera, “Serenata criolla de Shakespeare”.

La bohemia de Lima cuenta, entonces, entre sus cofrades tanto al vate lacrimoso como al pensador sereno. Al lado del pintoresco bufón aparece el enamorado cantor. Hay serenatas por doquier. Junto al gusto ramplón se siente el aroma exquisito del buen vino: Se traduce a Virgilio, pero también a Byron. Se parafrasea a Dante, pero también a Shakespeare.

Arnaldo Márquez (1832-1903) es uno de estos elegidos de las musas: limeño, pensador, inventor, poeta y excelente traductor (...). De pronto, ante el apuro de la improvisación, aparecen Romeo y Julieta en plena serenata:

-Anuncia la alondra la mañana,
es la hora de partir mi dulce amor.
-No es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.
Toda la noche en la granada
con su canto nos viene a arrullar.
–Canta la alondra, mi bien amada,
la luz de la mañana va a rayar.*

Está suposición nos hizo ahondar en el tema. Nadie dudaba de que el autor de la letra fuera don Pedro Bocanegra, pero ya habían dudas sobre la música, pues Aurelio Collantes en su libro Documental de la Canción Criolla –1972–, refiriéndose al músico Justo Arredondo decía: ...y es posible que sea autor de la música del “Canto de Luis Pardo”, “La Alondra” y “La bóveda azulada” atribuidas estas dos últimas al trovero chiclayano Pedro Bocanegra...

Con el tiempo, nos encontramos con el poemario Flores del Alma de Juan de Dios Peza (México, 1852-1910), quien en su poema “La Alondra” reza:

¡Adiós! La alondra anuncia la mañana;
Es preciso partir; adiós mi amor...
– No es la alondra... La aurora está lejana;
Es el dulce cantar del ruiseñor. 
Todas las noches sobre aquel gramado,
Me viene con sus trinos a arrullar...
– Canta la alondra ya, mi bien amado:
La luz de la mañana va a brillar.
Si me sorprende aquí... – Calla... – La muerte
En oscura prisión encontraré;
Para en mi entierro afán de obedecerte,
Que canta el ruiseñor, exclamaré.
Y aquella faja gris que sobre el cielo
Comienza entre las sombras a lucir,
Diré que es de la noche el denso velo;
Que es sombra el sol... – ¡No puedo resistir! 
La alondra es la que canta; siempre odiosa
Ha sido para mí; me causa horror;
Sus ojos de mirada recelosa
Cambian, cual los del sapo, de color. 
Escucha... Anuncia al sol, cantando ufana;
Prisión y muerte encontrarás aquí...
¡Aborrezco la luz de la mañana,
Porque me viene a separar de ti! 
– Te obedezco, y me voy... ¡ya nace el día!
¡Ay¡ ¿cuándo juntos nos verá a los dos?
– un beso, dame un beso amada mía...
– y en ese beso el alma... – ¡Adiós!, ¡Adiós! 


Indudable que nace primero como versos románticos de cortejo en cuartetas y hasta con sabor de serenata. Posiblemente se convierte en valse en una de las famosas Veladas Literarias ocurridas en Lima entre los años 1876–1877, donde asistían personajes como Abelardo Gamarra, Mercedes Cabello de Carbonera, Ricardo Palma, Arnaldo Márquez, José Alvarado; noches llenas de poesía, prosa y cantos populares por lo que no es aventurado pensar la asistencia de Arredondo a estas reuniones, conociendo su amistad con Gamarra.

La adjudicación a Pedro Bocanegra, se debe en gran medida a que él la cantaba en el Barrio de Monserrate, como serenata. Y así se repitió hasta la fecha.

Definitivamente esta es la mejor muestra que se tiene de una “Obra derivada”, es posible que Arnaldo Márquez recitara parte de los versos de Juan de Dios Peza, quien se basa en Romeo y Julieta de Shakespeare y este en la obra Piramo y Thisbe de Mateo Bandello.

 Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano.


martes, 1 de noviembre de 2011

LUIS ABELARDO TAKAHASHI NÚÑEZ

EL HIJO DE DOS IMPERIOS


Por Manuel Acosta Ojeda.

El "chino"Abelardo fue el creador del valse con sabor a norte. Un prolífico compositor y músico. La gran Chabuca Granda lo consideró el mejor compositor de valses de su época. Todo un maestro de la música.

Ferreñafe parece un espejo del cielo. Es uno de los pueblos más bonitos de nuestra costa norte. Dicen que produce el mejor arroz del mundo. Allí, del dulce beso japonés de don Zacuzo en los labios mochicas de doña Tarcila, vino al Perú Luis Abelardo Takahashi Núñez, un 22 de noviembre de 1927.

Don Zacuzo Takahashi llegó a nuestras playas, desde su lejano Japón en 1916. Se casó con la señorita Tarcila Núñez, de la ilustrem familia de los Núñez Delgado. Tuvieron cinco hijos, Amelia, Abelardo, Jorge, Soledad y Blanca.

El "chino" Abelardo nació en la calle San Martín Nº 215, en el corazón de "Ñafe". Frente a esa casa vivían los hermanos Cabrera, que eran muy buenos músicos y tan negros que brillaban. Les decían "La banda de los espejos". Luego se mudaron al jirón de La Unión, siempre en "Ñafe".

El "chino-cholo" llegó a Lima en 1946, pero los condicionamientos de nuestra niñez son imborrables y definitorios. Abelardo se arrulló con la vigorosa, pero tierna música chiclayana. Y su memoria guardó para siempre melodías y letras limpias, como la conciencia de nuestros niños. Nadie puede dar lo que no tiene, el "chino" dio mucho porque recibió mucho, de nuestro pueblo todopoderoso.

En uno de sus viajes a "Ñafe", conoce a quien fuera la compañera de toda su vida, Nila Bautista, volviendo a Lima con ella en 1958. Hacen un nido, como los "chilalos" en la calle La Palma, jirón Arica 266, en Breña. Entre marineras y valses "revienta" la primera flor de sus besos: Tarcila Cristina. Allí escribió: "Cuando coseche el arroz, que en mi fundo yo he sembrado, te compraré la casita con la que tanto has soñado...".

Y así fueron naciendo canciones y retoños: Elizabeth, María Nila, Rosa, Abelardo, Adela y Pedro.

Con Abelardo recorrimos gran parte del territorio patrio, él me hizo caminar por Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad; conociendo músicos y poetas populares. Y yo lo llevé a Huánuco, a las alturas de Cerro de Pasco, Cusco, Junín, Arequipa, Moquegua y Tacna.

Y por el año 1974, hicimos juntos el disco El Nuevo Día, en el cual incluimos cuatro canciones con letras mías y música del "chino", con la intención de revivir la creación colectiva, que produjo canciones muy bellas. Pero no tuvo eco.

Sus canciones rompieron récord, no había cantor que no interpretara alguna de sus obras musicales. Pero, como suele suceder, lo más sencillo es lo que pega más rápido, así quedó "Mal paso" como un himno en las peñas comerciales.


Canciones como “Engañada”, “Con locura”, “Imaginación”, “Ansias”, “Que viva Chiclayo”, “Mis anhelos”, “El chisco silbador”, forman parte del repertorio aun cantado, pero yo me quedo con “El nuevo día”, “El árbol, mi madre y yo”, “El chiclón”, “Corazón de Urpi” y los huainos “América despierta”, “Como una estrella”, “Por aquí pasaron”.

Siendo para este humilde servidor su obra máxima: "El puente".
Al otro lado del puente
un nuevo cielo me espera
yo voy a cruzar el puente
aunque al cruzarlo yo muera.
Y si yo logro cruzarlo
será mi mayor consuelo
la muerte no será muerte
no hay muerte bajo ese cielo.
Son profundos los abismos
que esperan al caminante
si vas a cruzar el puente
no te muestres vacilante.
Tormentoso es mi destino
lágrimas que voy dejando
gracias a Dios, felizmente
el puente ya voy cruzando.
Allí las aves son libres
anidan en los laureles
hay rosales sin espinas
y los árboles no mueren
los ríos no tienen dueño
ni las montañas tampoco
todos aplacan su sed
bebiendo en la misma fuente.
¡Dígame, si no hay razón!
¡Para que yo cruce el puente!

Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano. El Puente Contéstame Reportaje Embrujo