HOMENAJE AL AUTOR DESCONOCIDO
Los músicos anónimos de nuestro pueblo podrían contarse por millares. En lo que respecta a los orígenes de la música, canto y danza costeños –luego de la invasión española–, es el “negro criollo” el creador de las primeras. Éste añade a sus recuerdos genéticos –africanos y españoles–, las costumbres musicales de los indígenas costeños, con los que además de soportar pobreza, discriminación y explotación, compartió viejas tradiciones totalmente peruanas, como en la alimentación: maíz (cancha y mote), papa, oca, chuño, hoja de coca, chicha, cuy; en el atuendo de abrigo: chullo y poncho; también calzó ojotas.
Por la centralización absorbente de Lima, se da como única música del negro peruano, la realizada en la capital. Se conoce muy poco de las heroicas creaciones de nuestros paisanos negros, norteños y sureños, siendo el trabajo de recopilación de los dibujos y partituras registradas (entre 1782-1785) por el Obispo de Trujillo Martínez de Compagnon, el único documento –Conocido– que nos permite apreciar al negro norteño tocando diversos instrumentos y danzando junto con los dueños de casa... los indígenas costeños.
En la Revista “Turismo” el “afrólogo”, Dr. Fernando Romero escribe el artículo “Ritmo Negro de la Costa Zamba” (1939) y que Chalena Vásquez menciona en su primer libro (1979):
El 21 de enero de 1549, los miembros de esta corporación municipal (Cabildo) dejan constancia en una Junta de que las reuniones de los africanos “a bailes y otras vías” degeneran en robos y borracheras. Sin embargo éstas continúan realizándose. Y como en agosto de 1563, “los negros haces bailes con atambores en las calles públicas de esta ciudad donde resulta que no se puede pasar por ellas y las cabalgaduras se espantan y suceden otros daños e inconvenientes”. Se ordena por pregón que los esclavos sólo toquen sus instrumentos y sólo dancen en la Plaza Mayor o en la Nicolás de Ribera, El Mozo (...) En 1722 un edicto general tiene que prohibir el Panalivio y el Sereno que se bailan en las Cofradías, por “peligrosos” tanto por los movimientos como por las coplas que lo acompañan...
Se habla del “Panalivio” y el “Sereno”, tiempo después se menciona la “Samacueca”. Todo lo que queda de esa época –ya muy diferente por el uso–, es el “Congorico” (...ay mi congorico, tan chiquitico, ay mi congorico caramba, serás hasta que muera); el “Alcatraz”(...a que no me quema, el alcatraz); el “Son de los diablos”(danza que inicialmente carecería de letra, escuchándose sólo dos gritos: “¡diablo!” y “¡uh!”) y una “Samacueca” (...qué tiene Miguel, que tan triste está...) que recopiló don Mañuco Cobarrubias.
Juan José Vega decía que en 1544, “ya había en el desgarrado Imperio de los Incas más negros que españoles”, hacia 1550 en el Perú había unos 3 000 negros, de los que la mitad estaban concentrados en Lima. Es por eso que el aporte musical indígena -costeño y andino-, es poco perceptible, pero ya está dentro del negro peruanizado, razón por la cual es único, por su originalidad.
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