domingo, 15 de mayo de 2011

LA MARINERA ESCONDIDA

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EXISTIÓ CASI MEDIO SIGLO ANTES DE "LA CONCH'EPERLA"

LA MARINERA ESCONDIDA


El origen de esta danza se remontaría mucho antes que Abelardo Gamarra decidiera cambiar de nombre a la zamacueca (1879). El autor nos revela una teoría que afirma que la marinera se habría originado en los primeros años del siglo XIX.

El doctor Guillermo Ugarte Chamorro (1921-1998) y otros personajes vinculados al teatro, demostraron con documentos –como afiches y folletos de mano– que antes de 1879, fecha en la que Abelardo Gamarra "resolvió sustituir el nombre de chilena por el de marinera", ya se anunciaba un baile con este mismo nombre en algunos programas teatrales. Pero el documento más extraño sobre este tema es el que menciona don Aurelio Collantes en su libro "Documental de la Canción Criolla" publicado en 1972, titulado "La Mariscala y la Marinera".

"La Voz de la Tradición" no remite la fuente, pero menciona a Rafael Calderón Peña y Lillo como difusor de esta anécdota, dándole como ubicación la ciudad del Cusco. Por más que tratamos de conseguir información de esta persona, no lo logramos, pero hallamos datos de un sacerdote del mismo nombre "Rafael Calderón Peñailillo" en la ciudad del Cusco a principios del siglo XIX. También es posible que el apellido sea Peñaillillo o Penalillo, pues es muy común este apellido en esa ciudad.

Doña Francisca Zubiaga, (1803-1835) más conocida como la "Mariscala", mujer con voz de mando, fue la segunda esposa del Mariscal Agustín Gamarra (1785-1841), quien asume por primera vez la presidencia por el derrocamiento a José De la Mar en el año 1829, finalizando su periodo en 1833. En este tiempo histórico debió suceder el episodio que hoy les contamos, ya que para la segunda presidencia de Gamarra (1839-1841) doña Pancha ya había fallecido.

Del otro personaje, Albarracín lamentablemente no podemos precisar datos concretos.

"LA MARISCALA Y LA MARINERA"

"Los agentes secretos de doña Francisca Zubiaga, le dieron el soplo de fraguarse una conspiración militar contra su esposo el Mariscal Gamarra, ausente a la sazón del Cuzco. Jefe de un cuerpo acantonado en la plaza, dícese era Albarracín, compadre de doña Pancha. Para llegar a la oculta cepa del movimiento, La Mariscala ofreció una tertulia, donde se danzaron las cuadrillas, la polca y demás bailes de moda entre la gente de buen tono.

Fuerza es hacer un paréntesis para dar idea de la importancia que se asignaba al pañuelo de lujo, con la sola condición de que ostentara el monograma de su tenedor.

Documento de fe para comprometer una obligación, era entregado por el deudor teniendo facultad de lucirlo el acreedor cuando le fuera preciso traslucir la existencia de un compromiso, servía para acreditar al emisario en casos de comisión importante.

Volvamos a la tertulia. Menudeaban los ponches y los copetines cuando al despuntarse en franca alegría criolla. Doña Pancha concediendo a Albarracín los atributos de la figura central de la fiesta, invitóle a bailar la airosa marinera.

Al intento, no llevaba pañuelo que batir –aditamento indispensable para dar la donosura debida a esta caricatura de la jota aragonesa– Enterado el fementido compadre, brindó a La Mariscala su pañuelo lujoso, bordado en vistosa seda, con la ingenuidad de ostentar un rasgo de cortesía que liberara de la fingida zozobra a la dama.

Al compás de un picaruelo aire cuzqueño, la marinera de la destacada pareja, "el uno sin el otro no vale" y el "chaichán" cumplieron su rol a maravilla y cuando aún no se habían agotado las zalameras palmas de los circundantes, un esclavo aportado al efecto, simuló una urgente llamada a Doña Pancha, quien abandonó la sala, llevándose a lo distraída, el pañuelo del compadre, mientras otras parejas tomaban posiciones para la seguidilla de marineras (...)

En esta época se dieron muchos bailes en honor a personajes importantes como el Libertador don Simón Bolívar o para desagraviar al General Antonio Gutiérrez De la Fuente dado por el General Miller, donde la Mariscala no asistió, pues estaba indispuesta.

(...) Veamos lo que sucedió fuera de la sala, La Mariscala llamó a un militar de su confianza y le dio orden de constituirse en la casa de Albarracín, ubicada en la calle Nueva Alta, con ciertas cautelosas instrucciones, portando aquel pañuelo.

Las horas del amanecer cantaba el sereno, el emisario a paso redoblado recorrió la corta distancia que mediaba entre las casas de los compadres, nuestros protagonistas. Persistentes golpes perturbaron la silente paz del barrio y el incauto sueño de la mujer de Albarracín, quien, enterada de antecedentes, mandó abrir el grueso portón, después de un cortés saludo y corridas las excusas del caso, el emisario pidió a la buena señora le entregase los documentos del gavetario de su marido. Cuando ésta expresó sus dudas, fácilmente fueron desvanecidas por el hábil comisionado que mostró el pañuelo en fé de su cometido. Con rapidez asombrosa llegaron los documentos y volvió el pañuelo a poder de La Mariscala. Poseída de la naturalidad de los políticos de alta escuela, penetró otra vez a la sala. "Compadre, perdone haberme quedado con su pañuelo", dijo Doña Pancha a su presunto cautivo. "Comadre, en muy buenas manos", expuso éste, al recibir la preciada prenda.

En su escritorio privado, sola sin consultores, ni consejeros, la Presidenta del Perú recorrió con su ágil y penetrante mirada los instrumentos del complot. Ahí estaban la lista de los conjurados, el compadre a la cabeza y el plan de la rebelión que debía explotar aquel mismo día. Es aquí donde discrepan las versiones. Según unos, La Mariscala, simulando argumentos de orden administrativo- militar, solicitó que la acompañase el compadre Albarracín al cuartel de las tropas que habrían de sublevarse. Descorrió el velo de la insinceridad con el juego asaz ingenioso de presentar a su compadre como su fiel aliado a la causa gamarrista.

Otra versión asegura que la Zubiaga –de acuerdo con su carácter ejecutivo– ordenó que un piquete de sus escogidos apresara a los conjurados, que pasaron a buen recaudo.

Esta tradición escrita por Rafael Calderón Peña y Lillo, flota en el ambiente evocativo del Cuzco, confirma los contornos del temperamento varonil de la única Presidenta peruana, cuya ágil imaginación, su temeraria confianza en sí misma y el absoluto dominio que ejercitaba sobre sus adeptos y su astucia invencible.

Ahora empiezan las interrogantes, recordemos que este episodio habría ocurrido en el primer período del gobierno de Agustín Gamarra, o sea 1829- 1833. ¿Cómo serían esas marineras? Tal vez exista alguna partitura en el Cusco. ¿De dónde vendría el nombre de marinera? Si ponemos a trabajar nuestra imaginación y guiados por la frase: "Al intento, no llevaba pañuelo que batir –aditamento indispensable para dar la donosura debida a esta caricatura de la jota aragonesa..."; y teniendo en cuenta que estando mal vista la Jota en los salones aristocráticos de España y sus colonias, por ser un baile "plebeyo" que requería del pañuelo para elevar su nivel social, la palabra caricatura (de la voz ítala: caricare, una de cuyas acepciones es exagerar), deducimos que la danza no pertenecía a los salones de las clases dominantes, que fue impuesta por la Zubiaga, quien gustaba de los bailes populares por su cercanía con el pueblo.

Queda para investigar quién era el tal Albarracín, siendo hombre de confianza, hasta compadre de la pareja presidencial, ¿cómo se atrevió a cometer esta felonía? Si conocía por demás el carácter de doña Pancha, y que su traición sería castigada con la muerte.

Es muy extraño, que no se consigne su nombre de pila; seguiremos investigando, el que la sigue la consigue.

LA PRIMERA MARINERA

LA "PRIMERA" MARINERA

La marinera es uno de los géneros musicales emblemáticos del Perú. El autor nos habla de sus orígenes y de la historia que existe alrededor de la "Conch'eperla", conocida también como la "Decana".

Por Manuel Acosta Ojeda

Nadie puede afirmar dónde nació la marinera. Hasta hace 25 años, se daba por seguro que la primera marinera que se conoció en nuestra patria era la llamada "Conch'eperla", a la que por mucho tiempo se llamó: "la Decana". Conocida también como: "La zamba", por la parte más aguda de la canción, donde los cantantes dicen: "¡Zamba!" Esta denominación perduró en el tiempo, inclusive teniendo su forma estrófican mucho más parecido a un posible Tondero que a una Zamacueca.

Las confusiones que ha habido alrededor de los autores de la Conch'eperla y su fecha de nacimiento, fueron generadas por los escritos del mismo Abelardo Gamarra.
Primero se pensó, que la "Decana" era totalmente de Rosa Mercedes Ayarza; este error se debió al artículo "el tango y la marinera":
Los nombres mismos del tondero o de la marinera, que son algo así como primos hermanos, no tienen nada de melifluos, como los de vals criollo, ni de maliciosos como los tangos. Se pueden pronunciar en cualquier salón: San Miguel de Piura, De Lambayeque a Chiclayo, En Trujillo venden flores, Palmero sube a la palma, y por último la Concha de perla que por el honor de haber sido la primera que se compuso en Lima, para desterrar a las chilenas y por haber sido compuestas por una de las pianistas más notables de lo mejor de la sociedad limeña, no debería faltar en ningún repertorio nacional.
Luego que era creación de José Alvarado y de la señorita Rosa M. Ayarza, escrito en su artículo "El baile nacional" en el semanario La Integridad:

El músico popular, el escritor Alvarado (...). Él compuso una linda canción callejera y sobre ese tema, una de las más preciosas limeñas, eximia pianista, la señorita R.A. nos ha querido regalar con la elegante marinera que ofrecemos en esta colección, como una de las mejores de su clase.
En 1966 don Julio Rojas Melgarejo historiador cajamarquino, autodidacto, tuvo un espacio de aproximadamente 15 minutos diarios por el programa que en ese entonces yo dirigía, llamado "Música del Pueblo" que se transmitía por Radio Agricultura y allí fue la primera vez que el país se enteró que la letra de la llamada "Conch'eperla" pertenecía a don Abelardo Gamarra y la música a José Alvarado "Alvaradito". Esta afirmación documentada causó gran alboroto en el público oyente, quienes mediante cartas y llamadas telefónicas solicitaban que se confirme fehacientemente o se castigue de ser falso, el atrevimiento de negar a la señora Rosa Mercedes Ayarza de Morales conocida en todo el Perú y el extranjero como propietaria intelectual de la mencionada Marinera.

La verdad es que R.M. Ayarza llevó al pentagrama la melodía de la –bautizada por el pueblo– "Conch'eperla", asesorada por su tía María Beingolea. Tituló esta trascripción como "Rasgos de pluma" tomando el nombre del título de la columna periodística que escribía Gamarra.

Citamos la letra de la obra musical; precisemos que no existe glosa o copla de tres versos.

"LA CONCHEPERLA"

Acércate, preciosa
que la Luna nos invita

sus fulgores a gozar.

Acércate, preciosa
conch'e perla de mi vida

cómo no, la brota el mar.

Abre tu reja,
Por un momento
Decirte deja

Mis sentimientos.

Y oye, benigna,
mi inspiración.
Si la crees digna,

¡Zamba! de tu atención.

Recibe en prueba
la fineza de mi amor,
de la Luna al resplandor,

la fineza de mi amor.

Tomado de la Revista Variedades del diario El Peruano.

CANCION CRIOLLA

CANTO POPULAR

El "valse" criollo del Perú, llamado así por nuestros mayores para diferenciarlo de la voz germana "waltz", es el elemento central del actual canto popular de los habitantes de nuestra Costa, sobre todo la del norte y la de Lima.

El valse criollo es un sentimiento colectivo muy hermoso y muy complejo, por ser el resultado histórico de un largo y raro proceso evolutivo de "peruanización" de varias culturas traídas por los españoles y sus negros esclavizados, mezcladas con las culturas prehispanas.

Según lo que hemos oído, los primeros compositores de nuestro valse antiguo fueron artistas negros, muy buenos ejecutantes de instrumentos de cuerda que tocaban la vihuela, la bandurria, el laúd, la mandolina, la guitarra. Casi todos "de oído", no sabían ni leer ni escribir los signos musicales en partitura. Eran gente del barrio de Malambo (Rímac), a principios de 1900, y nuestro valse nace como un canto de consuelo, como el "spiritual" de los negros del sur de Estados Unidos para comunicar una bella emoción: triste o nostálgica y no tenía intención de servir de diversión a nadie. No era alegre, ni "jaranero".

Nos contaron muchas veces, don Miguel Almenerio Mejía, Augusto y Elías Ascues Villanueva, Manuel Quintana Olivares, "El Canario Negro", Manuel Covarrubias Castillo, Francisco "Máquina" Monserrate, Víctor "Gancho" Arciniega, Francisco "Cañería" Ballesteros, Francisco Flores "Pancho Caliente" y otros amigos negros, cantantes o instrumentistas, nacidos antes del año 1900, que el valse se utilizaba solamente como canción. Que en las fiestas de Malambo y otros barrios con mayoría de población negra se bailaba: la "moza mala", la "sanguaraña" el "sambalandó", el "alcatraz", pero nuestro valse, no.

La aparición de este hermoso canto peruano –el valse–, podemos considerarla como "creación heroica". Porque esos honestos artistas negros no eran eruditos ni en música ni en literatura, pero su clara inteligencia, su talento y la voluntad de transmitir sus sinceros y puros sentimientos suplían largamente todas esas carencias. Hay mucha poesía en los buenos primeros valses y no era plagio, pues no había intenciones de lucro. Era el respeto por la belleza que tenían los músicos. Tomaban poesías del Almanaque Bristol. Se trataba de defender el orgullo del barrio.

Son los blanquitos limeños, "los niños bien, que se portan mal", de La Palizada, con su jefe: Alejandro Ayarza, "Karamanduka", los que alegran –a la fuerza– la tristeza del valse de Malambo. No tenían ninguna intención de compartir las penas y los problemas del negro o del cholo pobre y discriminado. Y nace la incongruencia de oír, muy alegre, el triste valse que creó Ceferino Vergara a la muerte de su esposa: "Murió mi compañera idolatrada", (¡así!), "y en mi infortunio siempre la lloraré", (¡eso!), "y en la fosa en que se halla sepultada", (¡dale!), "se unirá todo cuanto loco amé", (¡voy a ella!).

El problema se agrava por 1950, más o menos, con la "comercialización" de nuestro valse en los restaurantes que aún no se habían autocalificado de "peñas". El más elegante: La Cabaña, en el Parque de la Exposición, y más populares: El Parral y Los Claveles, que atendían los viernes en las noches en el jirón Cajamarca, "Abajo'el puente" y al final de la avenida Arica, en Breña, donde se servían las famosas frejoladas con arroz muy bien graneado y un inmenso churrasco encebollado que cubría casi todo el plato hondo.

Los cantantes se esmeraban por brindar mucha alegría, los valses eran muy jaraneros, sólo para bailar, al igual que las polcas, festejos, tonderos, marineras, mucho cajón, mucha castañuela, no importaba que las letras no fueran buenas.

Los artistas eran de lo mejorcito; actuaba, por ejemplo, el extraordinario dúo "Las Criollitas", con Eloísa Angulo y Margarita Cerdeña; el "Chino" Ángel Monteverde, de voz alta y muy aguda, con la "segunda" de Jorge Costa o Luis "Pindongo" Romero; "La Limeñita y Ascoy", con Rosa y Alejandro; "Los Hermanos Govea", Ricardo y Alejandro, "Los Hermanos Trigo", conformado por Carlos Alfredo y Zoila Rosa; Delia Vallejos, Jesús Vásquez, Rosita Pasano, Yolanda Vìgil "La Peruana", Alicia Lizárraga; a veces se presentaban "Los Morochucos", "Los Norteños", "Los Cholos", "Los Capitalinos"; al piano el "Pato" Alejandro Villalobos o "Polito" Bedoya. Y había muy buenos laudistas, guitarristas, cajonistas, castañuelistas y animadores.

Luego, Mario Cavagnaro, alto ejecutivo de la fábrica de discos Sono Radio, lanzó al mercado el popurrí, donde cantaban diez o más artistas famosos, 60 o más valses en 20 minutos, tiempo que duraba la "cara" de un disco long play, 20 segundos para cada valse. Esto hizo mucho daño, pues cada canción casi siempre tiene tres partes, la primera plantea el problema, la segunda las posibilidades y la tercera la solución, entonces en el popurrí nunca se cantaba lo más hermoso del valse.

Desde entonces, no se considera criollo lo que no es jaranero. En las "peñas", en los canales de TV y en las radioemisoras, sólo se permite difundir los valses muy alegres o la mal llamada "música negra". Ha desaparecido el cancionero poético que con tanta ternura nos legaran Felipe Pinglo, Serafina Quinteras, Amparo Baluarte, César Miró, Sixto Prieto y cientos de autores que le han cantado a la esperanza, al ser amado, al barrio, a la madre, a la patria. y no es culpa de la "peña criolla", que es una empresa comercial, tampoco es culpa de la televisión y la radio, pues si no tienen rating no consiguen los avisos comerciales de cuyo dinero viven.

Somos los costeños bien nacidos quienes estamos obligados a defender nuestro patrimonio cultural y, sobre todo, su parte más sensible, más tierna, su buena música. La Constitución Política consagra el derecho a defender nuestra soberanía. Y ésta, no sólo es el suelo patrio por el que dieron su vida Grau, Bolognesi y muchos héroes. Soberanía también es nuestra autoestima, es nuestra personalidad, es lo que nos caracteriza, lo que nos identifica. Y siendo el Perú un país con tantas culturas, cada una de ellas debe ser defendida con amor por sus integrantes, sin menospreciar las otras.

Creo que es imposible que nuestra canción recupere su calidad y menos su popularidad, ojalá me equivocara. Pero en todo caso dejamos constancia que hubo una canción criolla honesta y limpia.

Tomado del Suplemento Variedades del diario El Peruano

ZAMACUECA V

De Chilena a Marinera
HISTORIA DE LA ZAMACUECA

El autor narra el momento en que nuestra zamacueca se convierte en marinera. El baile adquiere ese nombre como homenaje a la heroicidad del Huáscar y otros navíos peruanos.
Por Manuel Acosta Ojeda

Fue el famoso escritor y periodista don Abelardo Gamarra,quien escribía con el seudónimo de "El Tunante", el que, indignado por la invasión del territorio patrio por los chilenos, propuso el cambio de nombre de "chilena" por "marinera".

En su artículo "El baile nacional", editado en su libro: Rasgos de plumas en 1899, –compendio de artículos de su
columna en el diario El Nacional y luego en el semanario La Integridad– contaba la historia de este suceso:

"El baile popular de nuestro tiempo se conoce con diferentes nombres: se le llama tondero, moza mala, resbalosa, baile de tierra, zajuriana y hasta el año 1879 era más generalizado llamarlo chilena.

"Fuimos nosotros quienes una vez declarada la guerra entre el Perú y Chile creímos impropio mantener en boca del pueblo y en sus momentos de expansión semejante título; y sin acuerdo de ningún Consejo de Ministros, y después de meditar en el presente título, resolvimos sustituir el nombre de chilena por el de marinera; tanto por que en aquel entonces la marina peruana llamaba la atención del mundo entero, y el pueblo se hallaba sumamente preocupado por las heroicidades del Huáscar, cuanto por que el balance, movimiento de popa, etc. etc., de una nave gallarda, dice mucho con el contoneo y lisura de quien sabe bailar, como se debe, el baile nacional.

Marinera le pusimos, y marinera se quedó: por supuesto que por entonces, y para que la semilla fructificara, lanzamos no pocas letras picarescas a las que ponían música esos maestros incógnitos que no se sabe donde viven, pero que nos sorprenden con sus músicas deliciosas".


Ven, china, ven,
Ven y verás
Y verás a los chilenos
Que nos quieren gobernar.
Si te dan, si te dan, si te dan
Si te dan el alto quien vive,
Tu dirás, tu dirás, tu dirás
¡Viva el Perú! ¡Muera Chile!


(...) Al son de este canto sucumbió la chilena y se levantó gallarda, como la bandera del Huáscar, la Marinera, para llegar a ser arriada probablemente con mucha dificultad. El pueblo le ha tomado cariño, y lo que el pueblo quiere, lo consagra con su bendición inmortal. El músico popular, el escritor Alvarado, a quien dedicaremos estudio separado en el transcurso de la presente publicación, él compuso una linda canción callejera y sobre ese tema, una de las más preciosas limeñas, eximia pianista, la señorita R.A. nos ha querido regalar con la elegante marinera que ofrecemos en esta colección, como una de las mejores de su clase. Cántela Ud, y báilela, por ahora, que ya irán saliendo los tonderos y demás resbalosas de la familia musical del Perú" (A. Gamarra, La Integridad)
Con la historia casi siempre hay datos que se pierden en el tiempo, por ejemplo que "El Tunante" propuso 3 nombres: Marinera, Huascarina, Baile de la marinería. Por consenso quedó "Marinera", pues el Huáscar no se había inmolado y a pesar de sus hazañas se hubiera ofendido a los otros buques que luchaban con igual valor. Recordemos que era agosto de 1879. Y "Baile de la Marinería" no sonaba tan bien. Otro detalle casi desaparecido es que solo se menciona la popa del Huáscar cuando huía alegremente luego de herir al enemigo casi siempre superior, comparando este mismo movimiento con las robustas caderas de nuestras sambas o negras. Pero no se habla del espolón, cuando el Huáscar hería el bajo vientre de las naves enemigas y que Gamarra comparaba con el golpe pélvico que se daba en la pareja al finalizar la zamacueca.

La intención de Gamarra de borrar el nombre de "chilena" fue lenta, la gente del pueblo volvió a llamarla "zamacueca", así se puede comprobar en muchos escritos de la época, inclusive Ismael Portal, en 1912, aún escribía que a "los Amancaes" se iba a "bailar zamacueca y resbalosa" y no cita la palabra marinera tal como lo verificamos en su "Lima ayer y hoy", obra vital para los temas que tratamos.

Tomado de la Revista Variedades del diario El Peruano.

sábado, 14 de mayo de 2011

ZAMACUECA IV

zama4HISTORIA DE LA ZAMACUECA (Cuarta Parte)

Por Manuel Acosta Ojeda

En esta cuarta entrega el autor nos revela el origen de "la chilena" como también se conoció a la zamacueca, a mediados del siglo XIX. No fue un reconocimiento sobre el origen del baile sino para recordar un hecho histórico.

En 1836 se creó la Confederación Perú-Boliviana para volver a unir a dos países que por siglos habían sido uno solo. Alianza que no convenía a las intensiones expansionistas de Chile.

El ministro chileno Diego Portales, el 10 de setiembre de 1836 le escribe a Manuel Blanco Encalada, jefe de las fuerzas navales y militares:

"...por la comunidad de origen, lengua, religión y costumbres formarán como es natural un solo núcleo (...)

La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica, por su mayor población blanca, por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia, por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número de gente ilustrada de la raza blanca muy vinculada a las familias de influjo en España que se encuentran en Lima; por todas estas razones la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco."

En 1839, luego de haber fracasado el ejército chileno en dos oportunidades contra la Confederación, se organiza en ese país un ejército peruano-chileno al mando del general Manuel Bulnes, del que formaban parte Felipe Pardo y Aliaga, Ramón Castilla, Agustín Gamarra, Gutiérrez De La Fuente.

En la batalla de Yungay (1839) cuando el chileno Bulnes ya se retiraba –no vencido, sino rabioso de no poder liquidar al escurridizo ejército peruano-boliviano, comandado por el General Andrés de Santa Cruz–; el joven Ramón Castilla le increpa: "no hemos venido a correr", le quita el mando, y fue él quien vence al ejército confederado.

La soldadesca chilena luego del triunfo con el pretexto de acabar con toda la resistencia quemaron muchas casas, asesinando a sus habitantes y a los animales, a más de 100 kilómetros a la redonda, bajo el argumento de eliminar para siempre al enemigo.

Para inmortalizar la victoria del Ejército de la Unión Restauradora, se compuso el "Himno a la victoria de Yungay", con música de José Zapiola y letra de Manuel Rengifo, el mismo año.

Cuando don Ramón Castilla se dio cuenta del engaño del que habían sido víctimas los jóvenes peruanos que fueron los que finalmente derrotaron a don Andrés de Santa Cruz, acuñó la inútil frase "cuando Chile compre un barco, el Perú debe comprar dos", podemos entender la importancia que tenía este triunfo chileno que volvía a dividir al Perú. Entonces recordamos lo que nos dijera el historiador cajamarquino autodidacto, Julio Rojas Melgarejo por 1966, cuando en Radio Agricultura relató que fue recién a partir de la derrota del General "indio" Santa Cruz, los peruanos como siempre tan ingenuos empezamos a llamar "chilena" a nuestra "zamacueca" en infantil agradecimiento a nuestros "libertadores".

Cuánta sería la importancia de la derrota de Andrés de Santa Cruz, que el "Himno a la Victoria de Yungay" fue considerado por mucho tiempo como el segundo Himno Nacional de Chile.

Años después, José Alvarado "Alvaradito" limeño, compone una zamacueca en letra y música, respetando la forma estrófica de lo que se canta hoy como marinera limeña, publicada el 15 de marzo de 1879 en el diario "El Nacional", contra la invasión chilena al puerto boliviano de Antofagasta. Se titula "Ciruelas de Chile" que en su inicial dice:

Ya no te quiero chilena,
Porque me
causa recelo
Tu conducta nada buena
Y el jugo de tu ciruelo...

Y finaliza con...
"Invasor codicioso
No es buen amigo
Linche con
lonche en lancha
Cuidado con la revancha."

Por esos días Abelardo Gamarra "El Tunante" escribe "La Antofagasta" con música de Nicanor Núñez del Prado...

"Ven acá, Sol de mi vida,
Salitrera
de mi alma
Que aunque tu madre no quiera
Tú serás mi Antofagasta..."

Estas serían las dos primeras "chilenas" conocidas y con autor, pues recién en agosto del mismo año "El Tunante" propondría el cambio de nombre.

Tomado de Suplemento Variedades del diario El Peruano.