EL ALCATRAZ
Por Manuel Acosta Ojeda
Desde los años 60 venimos sosteniendo de que el Alcatraz es una forma peyorativa de describir el movimiento de las caderas de la negra o zamba, al igual que lo hace al caminar este inmenso palmípedo al que conocemos como pelícano. Esta afirmación la aventuramos después de escuchar varias veces el término "zamba clueca", período en que las aves –en especial las domésticas están en época de empollar; el nombre de esta fase, donde el ave se sienta sobre los huevos para incubarlos, era usado –en
forma picaresca– como sinónimo de la espalda baja de la mujer negra.
Un dato muy curioso y que afirma mi especulación es la definición de esta danza en un artículo de la Enciclopedia Libre Universal en español y dice:
Alcatraz: Ritmo negro que representa a las aves guaneras que llegaban del norte a las costas del surde Perú a secarse las plumas del trasero en el fuego o fogata que tenían los esclavos negros para calentarse.
Es indudable que estas aves debían elevar la cola y moverla velozmente de lado a lado para no quemarse las plumas. Este movimiento derivaría luego en el famoso baile del Alcatraz; posiblemente, en sus inicios, las mujeres negras llevaran atado a la baja espalda, plumas de esta ave, donde sobresalía una de ellas, la que debía ser quemada por uno de los varones; el "elegido" conseguía prenderla sólo cuando la negra atenuaba sus rapidísimos movimientos de cadera. Con el transcurrir del tiempo las plumas fueron reemplazadas por pedazos de tela.
Otros estudiosos sugieren que vendría del idioma castellano, de la palabra alcartaz, que significa "cucurucho de papel", lo que nos parece poco probable, pues el negro esclavizado no tenía acceso a hojas de papel y menos conocía este arcaísmo.
Juan Castro Nué informa que "en los países de habla portuguesa todavía usan la expresión al-katra o alcatra para designar el lugar donde termina el lomo de la vaca, la parte trasera de los animales y las nalgas de las mujeres".
De Porfirio Vásquez Aparicio aprendimos –Nicomedes Santa Cruz, Carlos Hayre y yo– el dicho "al son de la tambora y de clarines al compás", que hasta ahora se usa en Cuba, Guatemala y México. Él debió aprenderlo por tradición oral e ingeniosamente le agregó una de sus ocurrencias.
Al son de la tambora
de clarines al compás
te diera cinco reales (*)
A que no me quemas... el alcatraz.
Salgan todos los negritos
salgan todos a la pampa
unos vayan con su pico
otros vayan con su lampa.
"Préndeme la vela" (1960), de Abelardo Vásquez, no contiene variación rítmica pero sí melódica, por tanto, es propietario de la obra derivada. "Nico" Santa Cruz en la recopilación de "Al son de la tambora", grabada en 1973, añade "ni por delante, ni por detrás", careciendo esta letrilla de sentido, ya que el "cucurucho" o el atado de plumas iba sólo en la parte baja de la espalda de la negra.
Existen grabaciones de la primera presentación teatral de esta danza a cargo de una pareja mixta, durante la primera muestra de arte del negro peruano conocida en el Teatro Municipal a cargo del llamado Conjunto Tradicional Ricardo Palma, integrado por Samuel Márquez -–primera voz–, Pancho Estrada –laúd–, Pancho Ballesteros –guitarra– y Víctor "El gancho" Arciniega –cajón–; este suceso fue en 1936, cuando la hoy infaltable música llamada negra era tanto o más postergada que la andina. Años después, a fines de los años 40, vimos los ensayos de esta danza en el Centro Musical Unión, que estaba en la plaza del mismo nombre, hoy plaza Ramón Castilla, en el barrio de Monserrate, era el conjunto La Cuadrilla Morena, dirigido por Alfredo Monteodoro. En estas grabaciones se escucha su letra original y cierta, la voz femenina solista: "A que no me quemas" y el coro que responde: "el alcatraz".
* "Real" se le llamaba a la moneda de 10 centavos de sol,
entonces 5 reales era medio sol.
Tomado del Suplemento Variedades El Peruano