MARÍA DE JESÚS VÁSQUEZ VÁSQUEZ
¡HASTA SIEMPRE, REINA Y SEÑORA!
Por Manuel Acosta Ojeda.
Parece que el mes de abril estuviera destinado a recibir la vida de grandes personajes peruanos. José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Juan Gonzalo Rose y ahora la "chola" María de Jesús Vásquez.
Hemos escuchado cientos de comentarios, la mayoría seguramente sinceros, otros, los de siempre, buscando espacio para figurar.
Su vida e historia es bastante conocida; lo que trataremos de analizar es su importancia para el desarrollo cultural del Perú.
Ella no tuvo precedente alguno en cuanto a su estilo de canto, es el resultado de un largo proceso en que la historia busca cambios importantes y necesarios. Cantaba cualquier género musical, y lo hacía bien, pasillos, tangos, boleros, guapangos, además de polcas, tonderos, marineras, huainos, festejos; pero en el género que, nos parece inigualable, es en el valse costeño.
No conozco una cantante que haya conseguido transmitir en su voz la ternura que imprimía en cada verso, donde iban todos los sentimientos y recuerdos, alegres y tristes del callejón en el que nació en la calle Pachacamilla, en el hoy jirón Huancavelica, proletario barrio de Monserrate.
Felizmente en vida, recibió muchos homenajes, cientos. En la mayoría de ellos le dedicaban una canción, o algunos versos, todos muy sinceros. Por cuestiones de espacio consignaremos el que para nosotros es el mejor logrado.
Amparo Baluarte Cornejo, nacida en mi querida Moquegua, es la autora del poema que denominó "Alondra" con fecha 5 de mayo de 1941.
Tierna Alondra enamorada
de los bosques y la altura;
suave tórtola que arrulla
rescatada en la espesura.
El dulce caudal de seda
de tu garganta canora,
es una música leda
en la lira de la aurora.
Surtidor de mil colores
se eleva al cielo tu acento,
y tu cántico de amores
siembra ensueños en el viento.
No es el tuyo cetro de oro,
de brillo y de pedrería,
es un cetro más sublime
hecho de luz y armonía.
Tu reino no es de grandezas, de vanidad ni ambiciones;
más excelsa es tu realeza:
¡reinas en los corazones!
y ante el raro encantamiento de tu voz arrulladora,
veloz huye el sufrimiento
del alma que triste llora.
Haz que se aleje mi pena
con tu suave melodía
si eres dulce y buena,
¡dame un poco de alegría!
Nuestra poeta refleja fielmente lo que sentimos y que –ojalá me equivocara– la actual juventud no puede entender. Los valores han cambiado mucho, el romanticismo ya es una pieza de museo y lo que los mayores hemos conocido, en cuanto a nuestro viejo valse, es justamente una gran ternura, por este sentimiento se llega al cariño, y por cariño al amor por la humanidad.
Con Jesús Vásquez se va este alto valor humano tan necesario contra la violencia.
Gracias a la tecnología, su voz -impostada de nacimiento- podrá ser apreciada por las nuevas generaciones, para que éstas sepan que hubo alguna vez, un valse sincero, sin ansias de recibir aplausos ni dinero, que servía para comunicar lo que sentía su autor.
Si ponemos atención a los videos, observaremos que alcanzaba notas muy altas y agudas, sin esfuerzo, sin desfigurarse, lo que sólo logran quienes han estudiado canto.
Su estilo fue adoptado por casi todas las cantantes jóvenes de su época, se podría decir que cambió la forma de canto del valse, al igual que lo hizo el inmenso Felipe Pinglo Alva con sus creaciones.
«Cantor que canta a los pobres / ni
muerto lo han de callar / pues donde
vaya a parar / el canto de ese cristiano
/ no ha de faltar el paisano / que lo haga
resucitar».
(Atahualpa Yupanqui: Coplas al payador perseguido)
Tarea cumplida, "Chola".
Tomado de la Revista Variedades del diario El Peruano.
EL PLEBEYO – Jesús Vásquez
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